LA TEORÍA
CAPITULO 4. Los recursos personales
Los recursos personales o íntimos son aquellas capacidades, saberes, detrezas, rasgos de carácter, que facilitan el acceso de una persona a la felicidad, debido a que la hacen más posible, aunque no la aseguran, ya no son los únicos recursos necesarios. Hay una serie de actividades que el ser humano necesita aprender a realizar para tener mayores probabilidades de ser feliz:
1. Elegir las metas adecuadas: Al elegir nuestras metas vitales, nos acercamos a la felicidad a través de los proyectos que emprendemos para alcanzarlas. Son elecciones vitales también para el conjunto de la sociedad, porque no todas las metas son igualmente beneficiosas, y algunas son incluso destructivas o empobrecedoras. Además, en muchas ocasiones unas y otras metas parecen excluirse y nos obligan a hacer elecciones comprometidas.
2. Resolver problemas: Al querer alcanzar una meta, surgen en el camino los problemas, de muchos tipos, pero siempre precisan de la inteligencia para ser resueltos y poder seguir avanzando.
3. Soportar el esfuerzo y recuperarse de los fracasos: Todo proyecto requiere esfuerzo y muchas veces enfrentarse a fracasos más o menos serios, para lo que son necesarias cualidades como el valor, la constancia, la decisión, y otras más.
4. Valorar las cosas adecuadamente y disfrutar con las buenas: Saber distinguir lo importante de lo que no lo es resulta necesario para ser feliz, porque de ello depende nuestro equilibrio. Apreciar lo bueno y valioso y atreverse a disfrutar de ello, a vivirlo, es también una característica de la personalidad que debemos favorecer.
5. Tender lazos afectivos cordiales con los demás: Somos tan íntimamente sociales, que los lazos afectivos que desarrollamos son esenciales para vivir bien y para la felicidad.
6. Mantener la autonomía correcta respecto de la situación: El equilibrio entre la libertad del individuo y la vinculación a los proyectos sociales compartidos más valiosos es una adquisición complicada que sin embargo resulta un empeño imprescindible.
Volviendo al niño y a nuestro intento de educarle con respecto a estas cualidades necesarias para la felicidad, hay que entender que este conjunto de capacidades no se puede adquirir por un acto de voluntad. Son capacidades aprendidas, elaboradas a partir de los recursos básicos que poseemos, y que no son los mismos en todas las personas. Los recursos serían las disposiciones que permiten configurar esas aptitudes, talantes o hábitos.
Los recursos fundamentales pueden ser los siguientes:
Recursos con clara influencia genética:
- Orientación activa ante la realidad: Designa una actitud resuelta ante los problemas, un afán exploratorio, un modo de vivir productivo.
- Sociabilidad: Es la preferencia por estar con otros en lugar de permanecer solo y por realizar actividades conjuntas.
- Tono hedónico positivo: Es la aparición frecuente de emociones positivas. Parece que este recurso está muy influido por las características neurológicas de cada persona.
- Funciones intelectuales eficaces: El niño va desarrollando funciones cognitivas que le permiten un mejor conocimiento del entorno y de sí mismo, y una mayor capacidad para resolver problemas y dirigir su comportamiento. La atención es un recurso especialmente importante y muy propio del ser humano, dentro del conjunto de los recursos de tipo intelectual.
Recursos aprendidos:
- Hábitos cognitivos: Enseñamos al niño modos de pensar, procesos lógicos, estilos cognitivos. Lo que el niño aprende son contenidos que al mismo tiempo son hábitos, por ejemplo, aprende reglas sintácticas y a la vez adquiere el hábito de hablar. Además, de entre todos los tipos de pensamiento, hay uno que influye mucho en el comportamiento y en el hábito: las creencias.
- Hábitos afectivos: Aunque no todos los hábitos afectivos que desarrollamos a lo largo de la vida se pueden considerar recursos, sino más bien a veces antirrecursos, hay algunos que sí lo son y que deberíamos tratar de educar ( aunque el temperamento del niño decide las posibilidades y los límites), como son el sentimiento de seguridad básica, los sentimientos sobre la propia eficacia, la conciencia de la propia dignidad, o la esperanza.
- Hábitos operativos: Son aquellos hábitos que determinan el modo de comportamiento. Se trata tanto del autocontrol como del ejercicio de actitudes morales. Suponen, en su vertiente más positiva y deseable, ejercitar unas formas de comportamiento reguladas que cuiden de lo que nos importa, que desvíen de lo valioso los efectos perjudiciales de nuestros malos impulsos.